Woodstock ’99: La odisea de los tres días y el libre albedrío juvenil

Festivales míticos hay por montones, Glastonbury, Rock in Rio, Coachella, e incluso el más famoso Lollapalooza son algunos de ellos. Sin embargo, no hay ninguno que haya alcanzado el misticismo de Woodstock.

MÚSICA

Camila Azarmendia

4/6/20248 min read

Tal fue la importancia conferida a dicho festival que luego de aquel realizado en 1969 se intentó replicarlo no solo una sino dos veces, en 1994 y 1999 respectivamente, pasando el primero a la intrascendencia y el segundo a ser recordado como uno de los momentos más críticos en la historia de festivales de música.

Una nueva era

El evento se realizó en la localidad de Rome, Nueva York, del 23 al 25 de Julio del año 1999 en la base de la fuerza área Griffiss -ya abandonado para aquel entonces-. Como muchos lo pensarán, sí, irónico que un festival con raíces en el activismo por la paz se haya realizado en un predio militar. John Scher, promotor del mismo, destacó lo importante que era la ubicación ya que en la edición de 1994 se habrían violentado las entradas al festival, que simplemente estaba cercado sin ningún otro tipo de seguridad, y la gran pérdida económica que ello significó.

La consigna a tratar era que Woodstock 99 no fuese el festival de hippies aburridos y experimentales de los abuelos de aquellos jóvenes, sino que se reviviese con un tinte quizás más agresivo, una juventud que se divierte y una sexualidad explicita transmitida por MTV.

Un line – up de lujo

Woodstock ’99 en un predominantemente caluroso verano neoyorkino albergó a las que hoy en día consideramos bandas de primer nivel, o bien, aquellas que cuando escuchamos su música decimos: no va a haber jamás nada parecido a esto.

Megadeth, Korn, Metallica, DMX, Limp Bizkit, The Offspring y Alanis Morrisette son tan solo unos de los tantos nombres que se hicieron presentes, y en adición a ello, se trataban de artistas que estaban en el apogeo de la escena musical noventosa y de principio de los 2000.

Alanis Morrisette cantando en vivo en Woodstock 99 por Frank Micelotta

Limp Bizkit con Fred Durst y Wes Borland a la cabeza dan surgimiento al novedoso género que iba a convertirse en himno para todos los jóvenes que tenían aquel instinto de destrucción: el nu metal. En aquel entonces corrían con una ventaja, un álbum recién salido del horno que les recolectó muchos fanáticos: Significant Other.

También fue el caso de los Red Hot Chili Peppers, quienes habían lanzado a tan solo un mes del festival su álbum Californication, siendo este uno de los tantos exitosos de su carrera contando con el ansiado regreso de su guitarrista estrella John Frusciante a los escenarios, recordando que había abandonado la banda cuando el tour de Blood Sugar Sex Magik aún estaba en pañales.

Sudor, insalubridad e insolvencia

El festival, pese a las fabulosas figuras que transitaron por sus escenarios, con el paso del tiempo se volvió tristemente célebre por otros motivos. Basta con mirar el documental Woodstock 99: Peace, Love, and Rage en la plataforma HBO Max para ver las imágenes de lo que fue aquel Sodoma y Gomorra yankee.

Los días fueron azotados con un calor agonizante, 39 grados a la sombra. En este plano comprar una botella de agua era algo impensado ya que sus precios oscilaban entre los $4 y $6 USD, por lo que la primera y quizás única opción era recurrir a los bebederos gratis (vaya a saber Dios quienes tomaban de ahí).

Si eso te parece excesivo, las pizzas estaban $12 USD, y el merchandising a partir de los $30 USD.

Eventualmente el agua gratis terminó ocasionando en los jóvenes un instinto casi prehistórico, agolpándose y terminando por romper aquellos puestos de hidratación, generando charcos de lodos con los que jugarían más tarde.

Sumado a eso, los baños químicos que se encontraban cerca comenzaban a desprender olores nauseabundos y rebalsaban de desechos, llegando a mezclarse con aquellos puntos de hidratación, que, claramente, con el pasar los días generó enfermedades en sus consumidores.

Acciones prehistóricas generaron olores prehistóricos.

Un mar de seres húmedos y sucios frente a los escenarios, precios inaccesibles, horas restantes bajo el sol para escuchar a los artistas favoritos.

Strike uno.

Abusos a ojos de todos

Llama poderosamente la atención la falta de empatía con la que se refirieron Michael Lang (co fundador) y John Scher respecto a lo sucedido aquellos fatídicos tres días. Sobre los abusos y reiterados casos de acosos sexuales, éste último alegó que las mujeres fueron parcialmente culpables de eso.

Los hombres con un fuerte sentimiento de extroversión y destrucción no fueron los únicos en el foco del festival, las chicas también desearon sentirse parte de ese movimiento hedonista, por lo que el exhibicionismo fue reiterado innumerables veces. Exhibicionismo que hizo sentir a la gran mayoría de los jóvenes ser dueños de sus cuerpos.

Lo que empezó como diversión terminó en una serie de denuncias. Las mujeres eran levantadas por los aires y pasadas de mano en mano a través del público, y muchas han relatado el sentir cómo las manosearon indebidamente e incluso jugaron con sus partes íntimas, ya que veían que no podían defenderse ni moverse entre tanta gente.

Incluso en los puestos de duchas se notificaron casos de abuso sexual, siendo que el sector femenino estaba contiguo al masculino y aprovechaban a entrar una vez que las muchachas estaban completamente desnudas.

En total hubo ‘‘cinco denuncias de violación y una numerosa cantidad de acoso sexual’’, según reportó Robyn Lewis para la revista Billboard. Todo ello sin contar la infinidad de mujeres que no denunciaron.

Strike dos.

Violencia, la protagonista sobre y fuera del escenario

Ya para el segundo y tercer día los olores, la falta de dinero, el consumo de drogas, el incesante calor y el aburrimiento fueron un conjunto de detonantes para comenzar con la decadencia de Woodstock.

Los asistentes comenzaron a destruir carteles como si de piñatas se tratase. Posteriormente esa destrucción mutó a saqueos y golpes a otras personas, simplemente porque sí. Nadie hubiese pensado que el símbolo más autentico de buenas vibras y amor libre terminaría de esta forma tan solo 30 años más tarde.

La generación X fue a demostrar que poco tenían que ver con sus antecesores boomers. Era casi poético. Ser poseído por un espíritu de salvajismo mientras de fondo el ambiente estaba musicalizado por Rage Against The Machine o Kid Rock, podría decirse que fue el sueño de cualquier joven blanco de clase media enojado con el sistema.

Fred Durst en Woodstock 99

Cuando Limp Bizkit subió al escenario el caos fue total. Como bien fue mencionado, la banda se encontraba en su cenit, y fue una de sus canciones más icónicas -Break Stuff- la que sellaría el destino de aquel festival, o por lo menos es lo que interpretan quienes fueron los organizadores.

Fred Durst preguntó al público a quiénes de verdad les gustaba NSYNC, a modo de provocación antes de empezar a cantar, y ya en medio de la misma pidió que tomen toda esa energía negativa que cargasen y la saquen, para posteriormente continuar el estribillo con toda la euforia posible:

(…) Break your fuckin’ face tonight, give me something to break!

A medida que este himno a la furia continuaba, los pogos se violentaban aún más. La ruina ya había empezado. Atacaron baños químicos, maderas, trailers y todo lo que se pudiese romper.

Strike tres.

¡FUEGO!

Para el ultimo día de Woodstock, muchos de quienes habían asistido consideraron ya haber visto suficiente y esperar nada más que lo peor para quienes aún decidieran permanecer allí.

Efectivamente, estaban en lo cierto.

En honor a las víctimas de la masacre de Columbine -tiroteo escolar ocurrido en abril del mismo año- se habían presentado activistas por la paz entregando velas para ser prendidas durante Under The Bridge en conmemoración a ellas.

Las mismas fueron utilizadas a fin de cuentas para incendiar todo lo que estuviese al paso, y así fue como terminó por consumirse el escenario este, mientras que en el principal se encontraban tocando los Red Hot Chili Peppers.

Flea apareciendo en el escenario completamente desnudo fue la máxima figura de aprobación para el eufórico público yankee, quienes parecían obedecer cada palabra que se dijese allí arriba.

Bajo esta premisa, en medio del show se le solicitó a Anthony Kiedis alertar a la audiencia por su seguridad y demandarles que acaben con los incendios, pero la respuesta de los Chili Peppers fue todo lo opuesto, Anthony exclamó: ‘‘Parece Apocalypse Now ahí afuera’’ mientras alentaron aún más a sus espectadores tocando un cover de la mítica canción Fire de Jimi Hendrix.

Ya con la llegada de Megadeth las personas estaban fuera de control, esperando el final del festival para acabar con todo.

Es casi impecable como Woodstock terminó por replicar lo que predicaban la mayoría de las bandas que allí fueron a tocar. Sin más, ver videos del joven Dave Mustaine cantando Crush ‘Em acompañado de David Ellefson con un fondo apocalíptico se vuelve insano. Habían convertido en una realidad tangible al thrash metal.

Finalmente cerraron con un broche de oro que retrató de la mejor manera la locura del festival: Peace Sells... But Who’s Buying?

El saldo final

Muchos entrevistados en el documental de HBO concluyen en que lo ocurrido en aquellos tres días de vandalismo y barbarie era de esperarse. Sobre todo, porque quienes debían ser el staff de seguridad -peace patrol- eran muchachos voluntarios que tuvieron una capacitación de muy poco tiempo, que al final del día se escabullían entre el público para disfrutar del espectáculo y aprovecharse de su ‘‘autoridad’’ para tener sexo.

Heridos hubo por montones, pero lo más impactante fue la muerte de David DeRosia. Se trató de un fanático de Metallica que aguardó religiosamente todas las condiciones del festival solo para ver a su banda favorita y meterse en algún pogo con el fin de disfrutar al máximo todas sus canciones. Lastimosamente perdió la vida a causa de un cuadro de hipertemia que fue seguida de un infarto por calor.

En cuanto a sus organizadores, no dejaron de culpar al público en ningún momento por lo sucedido, haciendo especial hincapié en Fred Durst como el provocador inicial, claramente obviando las malas condiciones sanitarias, la nulidad policial y los elevados precios que impedirían a muchos acceder a cuestiones tan básicas como agua y alimento.

Sin dudas este evento fue lo suficientemente impactante como para intentar llevarlo a cabo nuevamente. Incluso en 2019 se intentó hacer una nueva edición que para alivio de algunos y tristeza de otros, quedó en la nada, lo que hace que aquel Woodstock de 1969 siga sin tener comparación alguna y permanezca en la memoria colectiva como el mejor festival en la historia del rock.

Y vos, ¿irías a un festival de Woodstock?

Amo usar remeras de bandas. Tengo 24 años pero me siento de 43. Apasionada empedernida del rock viejito desde que tengo memoria. Toco los instrumentos más infravalorados en el ambiente musical: el bajo y la viola de orquesta. Estudio Comunicación Social.