OJALÁ UN DÍA NO EXISTA MÁS LA LUCHA FEMINISTA

En pleno 2024, las mujeres argentinas que hacemos conscientes nuestras luchas y desigualdades nos sentimos protagonistas de “El Cuento de la Criada” de Margaret Atwood. La producción escrita en 1985, distópica y que parecía solo ficción, hoy se nos hace carne

OPINIÓN

Daiana Bárbaro

4/16/20243 min read

Porque ese será el acontecimiento que marque el fin de las violencias y desigualdades que hoy nos socavan, asfixian y matan. Mientras tanto nos van a seguir encontrando en cada lugar donde exista un derecho vulnerado, una desigualdad que nos encierre y una mujer que sufra. Hoy traigo al presente a la gran Simone de Beauvoir: “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida”.

En pleno 2024, las mujeres argentinas que hacemos conscientes nuestras luchas y desigualdades nos sentimos protagonistas de “El Cuento de la Criada” de Margaret Atwood. La producción escrita en 1985, distópica y que parecía solo ficción, hoy se nos hace carne. En los últimos meses, con la asunción del nuevo gobierno de Javier Milei, los derechos adquiridos a lo largo de siglos de historia, con lágrimas, sudor y sangre en el sentido más literal de las palabras, son amenazados: eliminación de leyes que obligan la participación paritaria en empresas y organizaciones civiles, programas de ayuda económica a mujeres víctimas de violencia, cuestionamientos a la Educación Sexual Integral, eliminación de nuestras identidades al prohibir el lenguaje inclusivo y tal como lo anunció el vocero presidencial “todo lo referente a la perspectiva de género”. Sí, así, sin más. Como se lee.

Bajo el enunciado “los argentinos de bien”, resuena fuerte que existen “argentinos del mal”, y en esa categoría entramos las mujeres. Si no, ¿cómo se explica que vengan por nosotras cuando la tasa de femicidios no baja o cuando todavía, aun con leyes aprobadas, no tengamos paridad en parlamentos o puestos de jerarquía? Cuando se comprende que “ser feminista” no es otra cosa que tener la imperante necesidad de liberarse de todas las cadenas y cargas que pesan sobre nuestras vidas, nunca más se puede mirar para otro lado: cala hondo y duele que exista en Argentina un femicidio cada 26 horas o que 1 de cada 2 mujeres en nuestro país sufra violencia doméstica.

No es posible negar los datos

Según la Organización Internacional del Trabajo, en Argentina, casi 3 millones de mujeres trabajan en los sectores del cuidado. De ese total, 9 de cada 10, realizan estas tareas sin remuneración y dedican el doble de tiempo que los varones. ¿Sabés qué pasa con estos números? Imposibilitan que muchas de las mujeres que te rodean puedan concretar sus metas y sueños personales, laborales y profesionales porque se encuentran sobrecargadas, limitadas en el ejercicio de sus derechos y consumidas en tiempo y vida por el espacio doméstico.

¿Sabías que egresan más mujeres que varones de las universidades? Las mujeres superan en más del 10% a los varones en cantidad de estudiantes y en egresadas en todos los niveles universitarios. Hoy, con un gobierno que desfinancia la educación pública y que con sus decisiones reafirma que las mujeres pertenecemos al espacio privado, el panorama se nos complica más aún.

Si hablamos de Educación Sexual Integral (ESI), esta herramienta permitió que entre el 70% y el 80% de niños, niñas y adolescentes, de entre 12 y 14 años, denuncien los abusos intrafamiliares, porque encontraron en la escuela y en sus docentes un espacio seguro. Sin embargo, nos gobierna una clase política que habla de adoctrinamiento pero que amenaza con eliminar la ESI de las currículas.

Datos, no opinión. Entre 2020 y 2021, las muertes maternas por aborto bajaron un 43%, gracias a la Ley 27.610 de Interrupción Voluntaria del Embarazo, es decir, que las personas que accedieron a esta práctica, lo hicieron en un espacio seguro y sin poner en riesgo sus vidas. Aun así, se siguen poniendo en discusión nuestras decisiones y vidas. ¿Con qué derecho lo hacen? ¿desde qué lugares? La respuesta es fácil: desde la misoginia, la opresión y el patriarcado y porque creen que todas las vidas valen, menos las nuestras.

Estamos cansadas, agotadas y tristes, sí. Pero no derrotadas. Jamás. Estamos juntas como lo estuvimos a lo largo de la historia y a lo ancho del planeta, porque cada vez que hubo una crisis política, económica o religiosa que amenazó vulnerar nuestros derechos, ahí nos encontraron: vigilantes, guardianas, organizadas y fuertes. Simone, querida, esta no va a ser la excepción.

Lic. en Comunicación Social. Diplomada en Género (UBA). Posición política: feminista.

Rebelde con causa, Madre perruna/gatuna, activista en Tu Mascota es Familia.

Ando siempre bien con mi conciencia, el resto es puro cuento.