Margaret Thatcher y el movimiento obrero británico. Parte 2

Analizamos la resistencia obrera en la Gran Bretaña de los años 80, con un enfoque en la gran huelga minera de 1984-1985. Examinamos cómo las políticas de Thatcher desencadenaron conflictos y nuevas formas de protesta, y cómo la represión y las divisiones internas afectaron al movimiento obrero. Esta huelga simbolizó la lucha contra el neoliberalismo y tuvo profundas repercusiones para la historia británica

HISTORIA

Nicolás Godoy

5/24/202411 min read

“A principio de los setenta, a nivel internacional se hacía referencia a las huelgas como la ‘Enfermedad Británica’. En Europa solo Italia fue comparable en términos de frecuencia y escala de las acciones de los obreros industriales. (…) Pertenecían a una generación que experimentó no sólo un alza en sus salarios reales, sino también en el salario social, lo que mejoró ampliamente sus estándares de vida. No estaban dispuestos para ver revertirse esa situación” (German, 2016: 8)

Primeros conflictos

Una de las primeras políticas del gobierno de Thatcher que causó conflictos fue la venta de las viviendas públicas. Aunque al inicio gozó de gran popularidad, el hecho causó una diferenciación en los barrios obreros, debido a que gran parte de la clase trabajadora no pudo acceder a la compra de las mismas. Para finales de la década de los 80’ los alquileres aumentaron y la inversión disminuyó, esto se dio en consonancia con la política de ajuste fiscal del gobierno que contó con el aval del FMI. Entonces, a los que no pudieron acceder y les ahogaba los aumentos, sufrieron la marginalización respecto de sus pares de clase que todavía poseían empleos. “Lejos de crear una democracia de propietarios, los primeros años ochenta exacerbaron las divisiones sociales” (Todd, 2018: 338).

A esto se suma que en 1982 se suprimieron las regulaciones sobre el acceso a los créditos. Hubo un claro incentivo del gobierno a su uso, en un contexto de desregulación del sistema financiero. Esto generó que los trabajadores tomaran deudas que no pudieron pagar, lo cual profundizó aún más las diferencias entre la clase trabajadora.

En 1981 estallaron conflictos en barrios de diferentes ciudades de Inglaterra (Brixton en Londres, Toxteth en Liverpool, Wood Green y Handsworth en Birmingham) debido a los abusos de poder de la policía. Estas intervenciones desmedidas por parte de la policía tuvieron un fuerte componente racial, La Batalla de Brixton, que fue donde la protesta llegó a generar los disturbios más álgidos, era un barrio donde predominaba la comunidad negra. Debido a la aplicación de la Sus Law (Ley de Sospechosos), que permitió a la policía detener a personas por simple sospecha -sumando el exceso de violencia policial a las personas negras-, se produjeron enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes, que estuvo compuesto tanto por personas negras, como por blancas.

Días posteriores a la batalla de Brixton, se creó una comisión por parte del gobierno para investigar las causas del disturbio. Los resultados de esta investigación se conocieron como The Scarman Report* la cual planteó que la protesta era producto de una reacción espontánea de la población ante el descontento generado por los “factores políticos, sociales y económicos complejos” y por la “desventaja racial” existente. Esto produjo una serie de reformas sobre los procedimientos policiales “Cuando el informe Scarman apareció en noviembre, sin embargo, fue la policía quien llevó la peor parte de la crítica, forzando un cambio estratégico en su relación con el público que perdura hasta el día de hoy.”

Es importante recuperar este conflicto, donde el método de protesta fueron los disturbios públicos y la mayoría de los participantes eran jóvenes, por el hecho de que como miembros de la clase trabajadora no canalizaron sus reclamos con intermediación de las organizaciones de los trabajadores, sino que fue de manera espontánea. Esto demuestra el desmembramiento del movimiento obrero y diferentes grados de conciencia, porque no pudieron nuclear las demandas de la clase trabajadora que surgen del desempleo y de las políticas habitacionales del gobierno.

“Para la generación a la que pertenecían los manifestantes de 1981, el sindicalismo estaba convirtiéndose en una irrelevancia.”, sumado que la política en contra de los sindicatos que se demostró efectiva “Entre 1979 y 1984 la afiliación sindical disminuyó de 12,6 a 10,3 millones”. Esto plasmó claramente las implicancias del neoliberalismo sobre el movimiento de los trabajadores, transformando así el método de la lucha de clases. (Todd, 2018: 339)

“En la década de 1980 aparecían nuevas divisiones entre la clase obrera (…) entre los que tenían trabajo y los desempleados. (…) el desempleo estaba produciendo una nueva forma de «polarización» dentro de los barrios de clase obrera” (Todd, 2018: 339)

Con respecto a conflictos con el movimiento obrero organizado, en 1981 el gobierno conservador anunció su propuesta de cerrar 23 pozos mineros, donde la amenaza de huelga por parte del Sindicato Nacional de Mineros (NUM**) bastó para lograr que Thatcher dé marcha atrás con su proyecto, debido a los antecedentes de la huelga del 74’. Sin embargo, esto no significó el final del conflicto, el gobierno se preparaba para darle derrota al gremio más poderoso de UK.

Una de las maneras que encontró Margaret Thatcher de aplacar el descontento social dentro de sus fronteras fue la Guerra de Malvinas. Esta fue una gran estrategia para promover el nacionalismo, sumando que el año previo ayudó a la boda real. Esto fue una muestra del pragmatismo con el que se manejó el gobierno conservador y que le sirvió para ganar las elecciones de 1983. Se planteó que Gran Bretaña poseía intereses tanto nacionales como internacionales que poco tenían que ver con los desempleados y pobres. De esta manera logró una gran popularidad, la cual le dio la posibilidad de profundizar las reformas neoliberales para sus siguientes mandatos.

Getty images - pub incendiado en Brixton 1981

El gran golpe. La huelga minera del 84’/85’

La huelga minera fue convocada por el NUM el 6 de marzo de 1984 ante el plan del gobierno de cerrar 20 minas, con lo que se perderían alrededor de 20.000 empleos. Estos cierres afectarían a la región del norte de Inglaterra, a Gales y a Escocia, donde la actividad minera era la principal fuente de trabajo de la comunidad, organizada en torno a la misma. Esta huelga no solo representó el caso de los mineros, simbolizó la causa de los trabajadores de Gran Bretaña en general, y su reclamo ante el desmantelamiento del Estado de Bienestar.

El presidente del NUM, Arthur Scargill -un dirigente sindical reconocido con una larga trayectoria y de ideología socialista-, era el principal referente. En frente tenía al gobierno de Thatcher y a Ian MacGregor, director designado para dirigir la Junta Nacional del Carbón (NCB), con una posición de no negociar con el sindicato, ya que sus objetivos eran claros: Primero, la minería en GB estaba subsidiada por el Estado, y en consonancia a las políticas neoliberales de recortes del gasto público y privatizaciones, buscó deshacerse de la misma. Segundo, y más importante, la destrucción del poder del movimiento obrero.

La estrategia del gobierno estuvo marcada desde 1978 cuando sale a la luz el Plan Ridley, elaborado por el parlamentario conservador N. Ridley, a modo de revancha por la huelga del 74’ -el hito fundamental en la caída del gobierno Tory de Heath-. Además, argumentó que la intervención de los gremios en la política era la causa de los conflictos económicos. Este plan propuso contar “con carbón almacenado, centrales convertidas a la quema de petróleo y la contratación de transporte por carretera en caso de huelga solidaria del sindicato ferroviario” para resistir las huelgas y lograr la victoria. (Clavé-Mercier: 4)

El NUM era reconocido dentro del movimiento obrero como el sindicato más fuerte y tenía la capacidad de influenciar a los otros gremios. Interpelando a la causa de los trabajadores en general, que luchaba por mantener vigente la preponderancia de las organizaciones, generaba que otros gremios se movilicen en favor de la huelga: “las enfermeras que se sumaron a finales de marzo a los piquetes en Gales del Sur, los trabajadores de los altos hornos de Orgreave (…), la huelga que hicieron cincuenta escuelas (…) o los bloqueos al transporte del carbón que realizaron tanto los sindicatos ferroviarios como los estibadores.” (Clavé-Mercier: 5).

También el Congreso Nacional de Sindicatos (Trades Union Congress-TUC) demostraba su apoyo a la huelga, pero aquí surgieron varios conflictos. Primero, el TUC -aunque adhirió a la causa- nunca concretó su compromiso y participó en la decisión de la Asociación Nacional de Capataces, Diputados y Dinamiteros (NACODS) -gremio de los trabajadores calificados del sector minero-. Estos también apoyaron la protesta al principio, pero debido a la intervención del TUC dieron marcha atrás al paro previsto. Es importante rescatar esto, debido a que la NCB posteriormente declaró que esto hubiese obligado a entrar en negociaciones.

Otro problema fue debido a la autonomía de las seccionales del NUM, ya que los mineros de Nottinghamshire decidieron no adherir a la huelga porque no se consideraron afectados. Esto derivó en la creación de otro sindicato, la Unión de los Mineros Democráticos (UDM), lo cual fue considerado traición por los huelguistas. A pesar de esto, la huelga logró una convocatoria del 80% del total de los trabajadores del NUM. Además, de la gran dificultad que significó que el Partido Laborista prestara un apoyo casi nulo a la huelga.

A partir de esto se puede entender que la derrota de los mineros se debieron a las divisiones dentro del propio movimiento, donde fracciones de la clase representantes del TUC y del laborismo accionaron otras estrategias. Demostraron así una crisis de conciencia al defender intereses de otra clase social.

Los métodos de protesta de los obreros fueron huelgas, mítines, manifestaciones, piquetes y cortes de ruta. El punto más violento de la protesta fue cuando se libró La Batalla de Orgreave, el 18 de junio del 84’, a partir de un piquete de los mineros. Los acontecimientos de ese día dejaron un saldo de miles de heridos, 95 obreros procesados, luego absueltos debido a la “poca fiabilidad” de las pruebas otorgadas por la policía. Se sospechó que fue un operativo a modo de “trampa” orquestado por la policía, donde hubo violencia desproporcionada por parte de las fuerzas, y se convirtió en un hito de la historia británica sobre excesos de la violencia estatal. Aún se siguen investigando para esclarecer los hechos de aquella jornada.***

Las mujeres fueron el sostén para poder prolongar la protesta por tanto tiempo:

“Como en las huelgas de alquiler de la década de 1970, también el papel de las mujeres en la huelga minera de 1984 reflejó a menudo sus preocupaciones como esposas y madres: ofrecían apoyo emocional a sus maridos en huelga, organizaban comedores y la distribución de alimentos.” (Todd, 2018: 342)

Getty images - Arhtur Scargill

La Estrategia del gobierno

El gobierno utilizó tres armas en su embestida contra el NUM. La primera fue la represión sistemática a los trabajadores. Llegaron a ordenar el uso de policías infiltrados y “equipada con medios militares” (Le monde diplomatique, 2011: 88). También se produjo la movilización de unidades de otras regiones, ya que se acusó a los policías locales de ser comprensivos con la comunidad. Desde el gobierno “se autorizaron los numerosos enfrentamientos violentos entre mineros y oficiales de policía, a menudo provocados por la policía al «invadir» los pueblos y ciudades a caballo” (Todd, 2018: 341)

Su segunda arma fue la legislación. Multaron e intentaron embargar las cuentas al NUM, argumentaron que el Tribunal de Justicia declaró ilegal la huelga porque no cumplimentó con los procedimientos internos para su convocatoria. También, el gobierno dejó a los mineros sin los servicios sociales, como salud, en varias ocasiones.

Y su tercera arma fueron los medios de comunicación, que “tergiversaron deliberadamente la huelga para incidir negativamente sobre la población desinformada” y así promover el rechazo de la gente sobre la movilización obrera, principalmente lo hicieron los grandes medios como la BBC y The Sun. (Clavé-Mercier: 15). A Arthur Scargill lo presentaron como el “enemigo interior –un dictador al que estaban sometidos los mineros”. El gobierno “mostró su disponibilidad para emplear cualquier método (…) para socavar o desacreditar al sindicato y sus líderes” (Todd, 2018: 341)

De todos modos, la huelga contó con apoyo popular, demostrado en las constantes donaciones que llegaron. La resistencia de los huelguistas implicó despidos, heridos, detenidos, muertos, hambre y pobreza. Sin embargo, el compromiso a lo largo del año fue firme. El gobierno también fue firme en su postura, más allá de las reuniones de la NCB con el NUM, no tuvieron la intención de negociar. No importó que mantener abiertas las minas era más rentable que los costos que se generarían por indemnizaciones, jubilaciones y pensiones por desempleo, la NCB sostenía que las minas no eran redituables.

La suma de los conflictos dentro de las organizaciones obreras, la represión ejercida sobre los manifestantes y la pobreza en la se encontraban los trabajadores llegaron a niveles insostenibles. El hecho de no contar con salarios por un año y el agotamiento de los fondos del NUM imposibilitó sostener la huelga.

La movilización terminó el 3 de marzo de 1985. El poder del sindicato estaba destruido y surgieron nuevas divisiones internas. Como saldo de la huelga se “registraron 20.000 heridos y 11.000 personas detenidas, de las cuales más de 200 fueron encarceladas”, además de la constante intimidación sufrida (Le monde diplomatique, 2011: 88).

“...esta derrota también supuso el comienzo del fin de la minería británica. Los cierres de minas aumentaron con el paso de los años, incluso en las zonas que el Gobierno prometió no tocar en 1984, siendo además totalmente privatizado el sector en 1994. (…) Las predicciones de Scargill en cuanto al futuro de la minería parecían cumplirse con el aumento de cierres, la pobreza creciente en las regiones mineras y la aparición de pueblos fantasmas” (Clavé-Mercier: 21).

Esta gran movilización del movimiento obrero británico culminó en derrota, y en un logro para el gobierno de Thatcher, que siguió profundizando sus reformas. Pero, este acontecimiento representó un costo político, ya que desacreditó la postura del gobierno que los desempleados eran perezosos, y se demostró que el nivel de vida de las familias dependía de poseer trabajo, trabajo que cada vez se volvió más escaso e inestable.

La huelga minera fue “el conflicto social más importante de la historia del Reino Unido desde la Segunda Guerra Mundial (…) fue percibida más como una guerra civil que como un enfrentamiento entre empleados y empleador.” (Le monde diplomatique, 2011: 88)

Getty images - Batalla de Oregrave 1984

En la tercera y última parte, analizaremos cuales fueron los diferentes cambios que introdujo esta experiencia.

Notas

*“When the Scarman report appeared that November, though, it was the police who bore the brunt of the criticism, forcing a strategic change in their relationship with the public that endures to this day.” When Brixton went up in flames | UK news | The Guardian

**“National Union of Mineworkers” Significado de las siglas en inglés.

***Https://www.theguardian.com/global/video/2016/nov/01/what-happened-at-the-battle-of-orgreave-video-explainer

Bibliografía

Clavé-Mercier, Valentin (S.D) «La huelga minera británica de 1984-1985: Análisis de un movimiento social» Disponible en

https://www.academia.edu/9172812/La_Huelga_minera_brit%C3%A1nica_de_1984-85_An%C3%A1lisis_de_un_movimiento_social

German, L. (2016). El escape de la casa desolada. Clase obrera y organización en Gran Bretaña hoy. Razón y Revolución, (29), 7-40.

Le monde diplomatique. El Atlas histórico. Historia crítica del siglo XX. BS As. Capital Intelectual. 2011.

Todd, Selina (2018) «Capítulo 14: Problemas y conflictos» y «Capítulo 15: Tiempos duros» en El pueblo. Auge y declive de la clase obrera (1910-2010). Madrid, España. Ed. Akal.

Fiel creyente de que todas las personas somos intelectuales -como decía Gramsci-, impulso este medio con el fin de generar herramientas para pensar crítica e históricamente. Profesor de Historia. Algún día voy a presentar la tesis. Bostero, fanático de Charly García, Borges y LeBron James.

Pd: no se me ocurrieron descripciones tan buenas como las de mis colegas