Marcelo Torcuato de Alvear: “El patricio de corazón popular”

La sociedad argentina actual nos genera una división tajante basándose en las condiciones socioeconómicas, el rico piensa en el rico y el pobre en el pobre. Pero la historia nos muestra que todo absolutamente todo puede romperse.

HISTORIA

Salem Goldschmidt

4/14/20245 min read

¿Quién era este aristócrata que acompañó las causas populares?

Máximo Marcelo Torcuato de Alvear nació en la ciudad de Buenos Aires un 4 de octubre del año 1868, negar su alta alcurnia y su pertenencia a una de las familias más pudientes de la Argentina sería incluso faltarle el respeto al mismo Marcelo (como era conocido por sus amigos) quien nunca buscó causa o motivo para esconder su origen ni su apellido. Pero nadie puede negar que dicho apellido representó un elemento trascendental en su historia, porque ser el hijo de un intendente de Buenos Aires, como también descendiente directo de Carlos María Alvear, quien fuera el “padrino político” de José de San Martín, no son cosas que puedan pasarse por alto en una referencia a su figura. E aquí otra de sus tantas virtudes, ser algo más que “Un Alvear” para volverse Marcelo Alvear el presidente que, a pesar de sus orígenes, pudo luchar por causas más allá de los intereses de la clase social a la cual pertenecía.

Es relevante destacar que Marcelo Torcuato de Alvear, además de la política, tenía un gran interés por las artes, especialmente la ópera y el teatro, muy populares en su tiempo. Fue también socio fundador del JOCKEY CLUB, uno de los máximos símbolos de la alta sociedad de Buenos Aires. Todo esto se juntaba en el entonces estudiante de Abogacía, que se vio atraído por las ideas de Leandro Alem, del cual incluso se volvió secretario personal y estuvo -como se suele decir- “al pie del cañón”, volviendo tal vez de la forma más literal posible el simbolismo de este dicho popular.

El camino a la presidencia

Ya mencionamos sus inicios, pasemos al hombre formado, en su trayectoria política podemos encontrar un periodo como diputado nacional por la Capital Federal. Durante el gobierno de Hipólito Yrigoyen, lo encontramos designado como embajador en Francia, la Francia de la etapa final de la “Gran Guerra”. Alvear sentía una profunda admiración por la cultura Francesa y las calles parisinas, donde generó un gran círculo de vínculos y amistades.

A pesar de las amistades, Marcelo Torcuato de Alvear regresó a la Argentina con un objetivo claro: asumir la presidencia del país el 12 de octubre de 1922. Alvear es, junto con Sarmiento, los únicos presidentes electos sin estar entonces presente en el país, ni tener un rol preponderante en la campaña. Pero, para Marcelo esto no fue necesario, tenía quien le prepare dicho camino. El “peludo” Yrigoyen se encargó de dejarle bien demarcado el camino hacia la presidencia. ¿Cuáles serían los condicionamientos a dicha preparación?

Un mandato en tiempos de abundancia

Alvear asume en el año 1922, en un contexto de crecimiento económico. Europa empezaba a recuperarse (y a demandar productos) después de la carnicería de la Primera Guerra Mundial. Muchos dirán que jugar con condiciones económicas favorables le quitan dificultad a la gobernabilidad, pero los gobernantes no eligen los momentos y saber afrontar lo que les toca es donde reside la virtud de su gestión, nadie puede criticar a Alvear en lo que a su gestión del Estado refiere. Los años 20 fueron (y son recordados) como uno de los mejores en la Argentina, en lo que a índices de crecimiento económico refiere. No por nada actualmente ciertos sectores que buscan legitimar su poder recurren a la reivindicación de su figura, como si buscar similitudes difusas con éxitos pasados le permitan limpiar los fracasos presentes.

Pero volvamos a la década del 20'. No podemos negar los conflictos, lidiar con sindicatos tanto comunistas como anarquistas no era sencillo, la negociación justa basada en la institucionalidad y el derecho fueron claves para Marcelo, los intereses de la patria (y el pueblo) eran más importantes que los intereses sectoriales. Alvear no titubeo en brindar arbitraje en donde se beneficie a sectores obreros (seguramente en las cenas de la alta sociedad esto le trajo más que una crítica, las cuales no generaron ni una sola duda en su accionar). También generó leyes que crearon cajas jubilatorias para docentes y demás empleados públicos.

Pero si existe punto por el cual recordamos a Alvear es su rol en YPF, si bien su creación es de fines del gobierno de Yrigoyen, es Marcelo quien lo estructura y da forma a esta gran empresa estatal. Alvear designa a Mosconi como su primer director ejecutivo y coloca la cuestión petrolera desde el estado como bandera tanto económica como de soberanía.

Los errores de un hombre y su lucha por remediarlo

Como dice el dicho “nunca todo es redondo”. A este buen funcionamiento económico lo opacó la división interna del propio radicalismo. Para 1924 el partido se fractura, por un lado, los Yrigoyenistas y por el otro los Antipersonalistas. Alvear queda posicionado en el medio del fuego cruzado.

Si existe una característica de la Argentina es su rechazo a la indecisión, sobre todo en el plano político, la tibieza recibe una crítica feroz. Alvear la sufre fuertemente, para ambas facciones es visto como enemigo. Los Yrigoyenistas le critican la alta presencia de Antipersonalistas en su gabinete, estos últimos le cuestionan que nunca intervenga la provincia de Buenos Aires, verdadero bastión del caudillo radical. Las luchas internas, en lugar de la lucha por la patria, terminarán desgastando no solo su figura, también al propio partido que había llegado al poder con el objetivo de terminar con el régimen. Alvear, sin embargo, en contra de todo se mantendrá leal a Yrigoyen hasta 1928, momento en donde entrega la banda presidencial al viejo caudillo, situación que le trae nuevamente el odio de los antipersonalistas. En busca de Paz, Marcelo vuelve a su querida París, lejos de la patria que tanto amaba, pero que se desangraba.

Los errores, muchas veces son producto de la ignorancia, o la falta de contexto, sin embargo, ahí están, eso le pasó al Alvear parisino que en una nota deja fluir palabras de las cuales el mismo se arrepentirá a futuro, pero “lo dicho, dicho está”. Cuando el segundo gobierno de Yrigoyen andaba sin rumbo fijo, Marcelo crítica a quien fuera su mentor y referente diciendo textualmente “Gobernar no es payar” palabras que sonaron tras cruzar el atlántico como un apoyo explícito al golpe de estado que se planificaba. Dicho error será rápidamente remendado, al volver al país y ver que el nuevo gobierno fraudulento tenía intereses totalmente lejanos a los cuales él había luchado con tanta fuerza. Admite su error y es el propio Yrigoyen quien como buen líder reconoce la autocrítica, entiende la equivocación y les dice a los correligionarios “rodeen a Marcelo”.

El radicalismo, quien era la fuerza popular más grande de la Argentina se autodestruyó por sus propias luchas internas, y ahora debía combatir nuevamente desde el llano, y Alvear no titubea, se pone al frente del partido y comienza a rearmar fuerzas. Quienes antes lo intentaban convencer para traicionar a Yrigoyen, son ahora quienes lo critican e incluso lo persiguen con las fuerzas que les da un Estado que no les pertenece. Alvear el patricio, el aristócrata de alta alcurnia, colocará todas sus fuerzas tanto físicas como materiales en una lucha, la lucha que siempre caracterizó y caracterizará al radicalismo, la democracia, la lucha por el respeto a la voluntad popular, una batalla por las instituciones y el correcto ejercicio de la ley cívica. Así será hasta su último suspiro el 23 de marzo de 1942.

Soy profe de Historia y no, no se de memoria todas las efemérides. Me gusta mirar el pasado desde el lente del presente. También disfruto cuando ganan Boca y los Warriors. Lo mas importante es la Paz del día a día. En mis pensamientos políticos creo en la democracia y las instituciones como la base de todo. Para los progres soy muy facho y para los fachos demasiado progre.